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Es
duro darte cuenta de que en realidad tus alumnos no aprenden lo que pretendes
enseñarles. Pero lejos del desánimo, la profesión exige tenacidad y la vocación
la proporciona. Así que allí me tienes, con mis chicos en la clase de 4º de ESO
dispuesta a demostrar que el razonamiento y los principios fundamentales de la
ciencia nos llevarán a la resolución de cualquier problema (resoluble claro).
Es
una suerte que a esas edades aun no son todos lo suficientemente autónomos como
para dudar de lo que un profesor dice en clase, así que, más o menos se
consigue el objetivo. Pero de nuevo y
vuelvo a no saber el motivo, en el siguiente curso vuelven a dudar. Y volvemos
a las mismas preguntas, pero ya con otro matiz porque ya se saben más mayores y
se cargan de razones, más aun cuando las notas no acompañan, porque la culpa ya
se sabe siempre de quien es.
La
cuestión es, al fin y al cabo, algo por lo que yo también pasé: si tienes los
datos buscas la fórmula que más se adecue y si además incluye la incógnita del
problema y la solución es inmediata mejor que mejor.
Pero
los alumnos aun han de aprender y estamos en ello ¿no? El problema viene cuando
además los maestros y profesores están por la labor, la de dar las cosas hechas,...
Y es que es difícil desprenderse de lo que uno ha aprendido a lo largo de los
años y me duele decirlo, pero no recuerdo haber aprendido (¿intentó alguien
enseñarme?) a resolver problemas, pero de verdad, hasta que me matriculé en la
universidad y más tarde en los cursos de didáctica de las ciencias.
Y
de nuevo, luchadora incauta por naturaleza, me lanzo de cabeza a argumentar y
claro, convencer al profesorado de cómo se resuelve un problema:
“-
¡¡¡¡que los datos no son importantes, que da igual si hay 50 caramelos o 100,
lo que importa es la operación matemática!!!!
- ”...pero
poner los datos les (los alumnos) ayuda.
- ¿a
qué?
- A
saber que tienen que hacer, a ser ordenados,...
- ¿seguro?
¿no tendrían que hacer lo mismo si hubiesen distintas cantidades en los datos?”
Y
se prolongan las discusiones, cada cual atrincherado en su lado del campo de
batalla...
Y
cuando por fin creo que veo la luz del sol a través del clamor y del
fuego,...por partes… Llega un día un experto en Didáctica. Sesión de trabajo:
metodologías y en la pantalla un listado de métodos de trabajo en el aula,
preguntamos y se nos explican. Y allí en un rincón, RESOLUCIÓN DE
PROBLEMAS, mi gran oportunidad, levanto
el brazo y pregunto por ese método... y cual es mi sorpresa cuando la respuesta
que recibo es: “consiste en resolver problemas, como los de toda la vida...”